domingo, 25 de mayo de 2014

Transvulcania 2014 – Isla de la Palma

Segunda ultra y definitivamente me he enganchado a esto de las crónicas post-carrera, y no es para menos, porque estas cosas se merecen un digno recuerdo.

LA PRE-CARRERA


Ya desde que enfermé gravemente de esto del trail, y seguí al segundo el trascurso de la carrera del año pasado, se me metió entre ceja y ceja que esta carrera tenía que hacerla algún día, el problema, por aquellos días, es que mi experiencia en carreras de montaña era nula y en ultras, pues más de lo mismo, así que lo veía como algo lejano, casi imposible de acometer. Ya se me hacía un mundo el tema de las maratones, como para pensar en meterme esas distancias con esos desniveles, pero después del verano y las sensaciones tan buenas que tuve corriendo en la montaña y la buena experiencia en mi primer ultra (Madrid-Segovia||102Km), en noviembre, después de hacer las cuentas de la lechera para el 2014, no pude resistirme y en un par de clics ya estaba apuntado a la prueba del ultramaratón de la transvulcania, y es que resulta tan fácil hoy en día apuntarse a una carrera de este tipo… ¡Cuánto loco suelto!.

No voy a extenderme mucho con la preparación, porque sencillamente, no la hubo. A mediados de febrero, terminando ya los entrenos del Maratón de Sevilla, empecé con unas ligeras molestias en las rodillas. En la Maratón terminé de fastidiar el tema y desde entonces, una tendinitis patelar (rotuliana) - dos meses y medio intentando recuperar, haciendo lo que llaman “reposo activo”, que resumidamente no es más que dejar de hacer cualquier cosa que provoque impacto y fatiga en la articulación afectada. Natación, bici elíptica y rodajes suaves que apenas superaban los 45 minutos.

Con ese panorama, me planté 1 semana antes de la carrera. Apenas aguantaba hora y media de trote sin molestias, vamos, que estaba hecho un cromito.

Día y noche tenía el diablillo ese en la cabeza que me decía que había que ir, que había que arriesgar, tenía vuelo, apartamento y dorsal. No podía rajarme a esas alturas. La parte cuerda de mi cabeza no me decía lo mismo…

Jueves 8 de Mayo… día de vuelos y nervios… se hace largo el viaje… Madrid-Tenerife norte, Tenerife norte – La Palma. Estoy deseando llegar al apartamento e intentar relajarme un poco. En mi cabeza solo una idea, estirar y relajar. Hay que quitarse toda la presión posible.



Viernes 9 de Mayo… hay que ir a por el dorsal y prepararlo todo. Mucho tiempo por delante, menos mal que hubo una charla técnica en el hotel oficial y el tema ayudo a matar un poco el tiempo. Siesta, estiramientos, planificación y a las 20:00 a dormir, que había puesto el despertador a la 1:30.



Sábado 10 de Mayo… el bus sale de los Cancajos a las 3:00. Antes hay que meterse un plato de pasta y todo el hidrato que el cuerpo se deje meter a esas horas de la mañana. Hace frio, coño. Me abrigo un poco pensando que luego lo dejaré todo en la bolsa que va a meta. La mochila la llevo petada de geles, barritas y mil mierdas que meto “por si las moscas”, creo que me falta mucha experiencia en este tema. Me lo apunto en la lista de tareas pendientes.



Ni más ni menos que cuatro autobuses nos esperan para el traslado al faro de Fuencaliente… doscientas almas peladas de frio (y algunos iban en tirantes), el nerviosismo se masca en el ambiente. En el bus apenas se escucha nada, yo intento dormir un rato, para mi sorpresa lo consigo (y es que no son horas…).

Un frenazo me despierta de golpe. Ya estamos en la zona de salida. ¡Joder!, si apenas son las 4:00 AM. Todavía faltan dos horas para empezar. Me bajo del autobús aún medio adormilado buscando una referencia, un lugar al que ir, pero solo hay oscuridad y gente deambulando, buscando un lugar en el que refugiarse del aire y el frio. Me acerco a un murete y veo que todo el mundo está ahí, acurrucado, buscando un lugar donde no azoten las rachas del aire frio que viene del mar.

Las dos horas que faltan hasta la salida se me hacen eternas. Decido quedarme con la chaqueta de manga larga que traía, ya la guardaré como pueda, con la rasca que hace ni se me pasa por la cabeza hacerme el machote además estoy cagado de miedo y no quiero pasar más penurias. A las 5:00 empezamos a pasar el control de chip en la zona de meta. Ya estamos todos en el “redil”, más de 2000 personas luciendo sus frontales. La tensión se palpaba en el ambiente, creo que no era el único con cara de “¿Qué coño hago yo aquí?”…


LA CARRERA

El speaker está exaltado presentando a todos los “pros” del pelotón. La cuenta atrás se refleja en una pared de piedra que tenemos a un lado. El faro iluminado, música a todo trapo… un minuto para salir… ¡¡¡AC/DC a tope!!!... ya solo hay ganas de arrancar… se te pone la piel de gallina de ver a todo el mundo como una moto… AAAAHHHHH, ¡¡¡¡que salimos!!!!



Como no quería ser arrollado ni molestar a nadie, me quede en la parte final del cajón de salida, además la gente salió como las motos. Es un secreto a voces que el principio de la carrera es un caos por el tapón que se monta en las primeras rampas, apenas pasados 300 metros del arco de salida. Con los pelos como escarpias doy mis primeras zancadas, apoyándome en mis bastones, eran mis grandes aliados para intentar aliviar el sobre esfuerzo al que iba a someter a mis maltrechas rodillas.



No hay sorpresas, en apenas un minuto estamos totalmente parados pero el pelotón se lo toma a guasa y nos permitimos incluso bromear con la situación. Me viene de perlas para soltarme y relajar los nervios. Recorremos el primer kilómetro en 25 minutos, ritmo “demoledor” :-) , pero es que el camino no daba para más.



El sendero no era de más de metro y medio de ancho, no olvidaré jamás la imagen de todas esas luces rojas subiendo ladera arriba por “donde podían”. Yo a lo mío, ya habrá tiempo de correr y de apretar, prefería los chistes y las bromas de mis compañeros ocasionales.

La primera hora pasa volando, mucha gente por delante así que me acomodo al ritmo del pelotón, vamos subiendo, sin prisa, caminando a un ritmo medio-bajo, a nadie se le ocurre ponerse siquiera a trotar. Pronto empezarán a pasarnos los primeros corredores de la media maratón, que han salido media hora más tarde que nosotros. 

Se empieza a abrir hueco, el pelotón se estira y cuando la cosa empieza a apretar un poco, las sensaciones no pueden ser más preocupantes, no sé si por el frío, los nervios o ambas cosas, mis piernas me mandan mensajes muy contradictorios, sensación de carga que me mosquea mucho, algún pequeño pinchazo que otro que me hace pensar que no voy a aguantar ni media carrera sin que me azoten los calambres, muchas sombras en mi mente. Voy pensando constantemente en la retirada en caso de problemas y llegar al roque de los muchachos (punto más alto de la carrera), se me antoja reto complicado.



Intento despejar mi mente y centrarme en mantener un ritmo lo más cómodo y constante posible, ahora que hay más huecos en el camino, te puedes permitir esos lujos.

Pasamos por el volcán de Teneguía y de San Antonio, aún está muy oscuro, pero empieza a amanecer y el espectáculo es bestial. Correr entre volcanes es toda una experiencia, lo malo es lo que en la isla llaman “picón”, esa arena volcánica que apenas te deja traccionar como es debido. Con cada paso apenas se avanza y cuanto más pendiente, peor. A menudo tienes la sensación de ir clavado en el sitio y para colmo está el tema de lo que se mete en la zapatilla. Vi a mucha gente con polainas (esos pequeños guetres hasta el tobillo) y después de un par de horas de “picón”, entendí muy bien la razón.



Ha pasado ya hora y media desde que salimos y estoy deseando llegar al primer avituallamiento para quitarme la chaqueta y toda la arena volcánica que acumulaba ya en el interior las zapatillas, por suerte las piernas ya han asumido que les toca currar y han dejado de dar la lata, así que cuando veo las primeras casas empiezo a apretar un poco. Sorprendente la cantidad de gente en las calles, mucha aún en pijama, gritando y animando como si fuésemos primos o hermanos. Estas cosas te ponen los pelos como escarpias y como no se puede defraudar a un público tan entregado, me pongo a correr como alma que lleva al diablo. Cuanto más corres, ¡¡¡más gritan!!!

Llegamos al avituallamiento de los Canarios (1h39’-6,28Km-709m desnivel) e intento organizarme mentalmente para que no se olvide nada. No he bebido mucho este primer tramo, así que apenas tengo que parar más que para recargar un poco de agua. Busco un hueco en unas escaleras y me quito la mochila para organizarlo todo de cara al siguiente tramo. Fuera chaqueta, un gel pa’dentro y otros dos al bolsillo (que si no van a mano no tiras de ellos), un par de barritas al otro bolsillo, la Go-pro (que anda que no molan los videos de la bicha esta), las gafas de sol, guardamos el frontal y volvemos a la carrera. Apenas 5 minutos y a seguir subiendo.

Esta parte la recuerdo como de las más espectaculares, básicamente es el mismo terreno que habíamos estado subiendo, pero ahora, a plena luz del día, el panorama era de lo más impactante.


El tramo hasta el siguiente punto de avituallamiento (Las Deseadas), es de subida dura, son casi 9Km en los que hay que salvar más de 1200m de desnivel, así que se me van 2 horas y cuarto, ¡¡¡pero que dos horas!!!. Se me pasan volando entre fotos, videos y disfrute del paisaje, estoy disfrutando como un enano y lo mejor, que no me acuerdo ni de las rodillas, ni de las piernas.

Como todo lo tengo ya en su sitio, no me olvido de beber y comer según lo planificado, así que otro puntito que me apunto. Un gel y media barrita más una pastillita de sal. Han caído ya tres litros y pico de agua desde que salí, lo que me cuesta un par de paraditas entre los pinos.

Llegar al punto de avituallamiento te da vidilla y moral, además, ahora viene una parte más agradecida antes de afrontar la otra parte de subida de la carrera, son poco más de 7 kilómetros y un descenso de 500m antes de la zona recreativa del Pilar (donde acaba la prueba de medio maratón y empieza la de Maratón). 



Aquí tampoco paro más que para volver a vaciar el “picón” de las zapatillas y recargar agua. Me lo tomo con calma, le estoy cogiendo el gusto a ese ritmo pausado de carrera, me permito el lujo incluso de charlar un rato con los voluntarios, como se agradece en ese momento una breve charlita distendida e intrascendente.

Este tramo lo había planificado como bastante apto para “correr” con algo más de ritmo, pero al final era un poco rompe-piernas (mucho sube y baja), tan solo apreté un poco al final, al escuchar ya la megafonía que había en el avituallamiento, además iba con cierta urgencia intestinal. Me sorprendió mucho la que había allí montada, aunque claro, era uno de los puntos calientes del recorrido, final de la media maratón y comiendo de la prueba de Maratón (que había empezado a las 10:30). Me hice un hueco en uno de los tenderetes que había para las asistencias y volví a vaciar, otra vez, el “picón” de mis zapatillas.


Me da por mirar el reloj (11:39) y echar cuentas… ¡¡mi madre!!, si me he quedado a 20’ del corte, ya podía espabilar que había que estar en el Roque de los muchachos antes de las 18:00 para poder seguir en carrera, solo llevaba 24Km y ya se me habían ido casi 5h y media.

Punto de control      hora paso        clasif/p     tiempo carrera      clasif/g     distancia    media
El Pilar                   11:33:10         1688         05:30:54             1568          26           12:20


Salgo con cierta preocupación (por el rollo de los tiempos de corte) del avituallamiento y con un ritmo un poco más vivo para afrontar este nuevo tramo, que deja ya el terreno volcánico para tomar una cómoda pista forestal. Me pego a otro corredor y empezamos la típica conversación de “runners”, es primerizo en esto de los ultras y va un poco tocado, lleva una uña medio colgando y ya ha tenido que pasar por enfermería para poder continuar en carrera. Intercambiamos penurias y se nos pasa este tramo bastante rápido, tan rápido que apenas me acuerdo de comer y beber (punto negativo). Hemos llegado al avituallamiento del “Reventón”, me tomo otro gel y otra media barrita (empiezo a no tolerar ya tema solido), me preparo mi isotónico y me meto al cuerpo otra pastilla de sal y prácticamente un bidón de agua antes de volver a recargar. El calor ya empieza a apretar de lo lindo y tenemos 800m de desnivel a salvar antes del “Pico de la Nieve”.

Salgo con mi compañero, pensando que podemos afrontar toda esta parte juntos, el camino se estrecha y nos tenemos que poner a fila de a uno. Voy bastante fresco, así que sin darme cuenta, aprieto un poco el ritmo y cuando miro atrás, veo que mi compañero se va quedando. 
Hago un amago de espera, pero veo que la cosa no tiene futuro, así que vuelvo al camino y a tirar. Voy pasando a pequeños grupos sin mucho problema, noto que voy muy fresco, sin apenas desgaste, no lo había pensado hasta ese momento, pero empiezo a sorprenderme de lo bien que está asimilando mi cuerpo el esfuerzo. De momento, no hay fatiga, y el tema calambres ni se me pasa por la cabeza, tiro mucho de Go-pro y con la tontería de los vídeos, se me pasa el tiempo volando.


Llegamos al pico de la cruz, último avituallamiento antes del Roque de los muchachos, el sol aprieta que da gusto, ya se empiezan a ver los primeros “cadáveres” en las cunetas y hay auténticos “cuadros” en los puestos de enfermería (gente en camilla con vías intravenosas). ¡Por fin un avituallamiento sólido!, mi cuerpo no tolera más las putas barritas energéticas y los geles me estaban revolviendo seriamente el estómago, la sensación de vacío me resulta muy desagradable, así que cuando me acerco a la mesa y veo bocadillos de jamón y queso y “bollicaos”… ¡¡MI SALVACION!!, me zampo dos de cada sin apenas pestañear, me siento igual que Popeye después de unas espinacas, otra pastillita de sal y a rellenar los bidones, me he bebido otros dos litros en apenas 50’.

En ese momento ya empiezo a pensar que realmente tengo posibilidades de acabar la carrera, ya van más de 43Km y apenas quedan 150m de desnivel que salvar hasta el roque, eso me da mucha moral para afrontar este duro tramo de 7Km. Me repito a mí mismo… ¡¡¡Si llegamos al Roque, acabamos la carrera!!!.


Sin duda este tramo es el de las vistas más espectaculares, al fondo los observatorios astronómicos, cresteando por un estrecho camino siempre con las vistas de la caldera de taburiente a nuestra izquierda. Engaña mucho el desnivel, ya que igual que se sube, hay tramos que te obligan a bajar para luego volver a recuperar el desnivel perdido, esto desespera bastante, además la temperatura empieza ya a ser demoledora.


Pese a que voy siempre pendiente de la hidratación, me doy cuenta que la cosa empieza a flojear un poco, ya no voy tan fresco como antes y empiezo a fatigarme más de lo normal cuando el terreno se inclina más de la cuenta, creo que el calor es el principal culpable. Me toco a cabeza y noto que podría freír un huevo ahí arriba, así que sacrifico un poco de agua para refrescarme un poco. Mojo la gorra y las piernas, de lo bien que me vino, estuve repitiendo la operación hasta que llegué finalmente al avituallamiento.


La llegada al roque fue otro de los puntazos de la carrera, las últimas rampas eran brutales, un camino en continuas zetas con piedra suelta y bastante pendiente. Mucha gente con las piernas agarrotadas a los lados del camino, otros sentados con las manos en la cabeza apenas respondían ante las palabras de ánimo que les repetíamos cada uno de los que pasábamos a su lado.

Había mucha gente que estaban viendo la carrera y que bajaba al camino para dar agua y ánimos. Viendo lo cerquita que estaba ya el roque, apretamos los dientes y llegamos arriba.

punto de control              hora paso       clasif/p     tiempo carrera      clasif/g    distancia     media
Roque Muchachos      17:30:52         1426          11:28:36            1319        50              13:31

¡¡¡Habíamos llegado al Roque!!! y aún con media hora de margen con respecto al control en ese punto, así que, tocaba reorganizar la mochila y la cabeza para afrontar lo que todo el mundo decía que era la parte más determinante de la carrera, la temida bajada de 17Km hasta el puerto de Tazacorte, nada más y nada menos que 2426m de desnivel, esta vez en descenso, hasta el nivel del mar y ya con 50Km en las piernas.
Me sorprendió mucho lo que nos contaron en la charla técnica respecto a este tramo, y es que, por lo visto es aquí donde más abandonos se registran, llegar a este punto un poco tocado de piernas es sentencia de muerte.

Lo primero es lo primero, busco comida, luego un hueco donde sentarme un rato. Ya tengo mi menú, tres bollicaos y un par de bocatas de jamón y queso. Dudo si comer primero u organizarme después, la cabeza va lenta de cojones y te cuesta un mundo tomar cualquier decisión, así que me siento, dejo todo a un lado y me quito las zapatillas, que era lo que más urgencia tenía en ese momento. 

Tenía que tomar varias decisiones y ninguna me apetecía una mierda. Al final, tiré por la vía rápida (lo que menos trabajo me llevaba).
  • Pantalón y camiseta de recambio – a la bolsa (lo dejaba para que la organización lo baje a meta)
  • Calcetines de repuesto – a la bolsa (miedito me daba ver cómo estarían mis dedos meñiques, prefiero dejarlo todo como está)
Hice cuentas de los geles que necesitaría y dejé todas las barritas energéticas en la bolsa, junto a la chaqueta de manga larga, un par de kilos seguro que me quité de encima. Los pies no pude ni tocarlos, debí de tener más cuidado con esto en la última parte de subida, piedrecitas y arena fueron castigando mis pies hasta un punto de no retorno, ya tendría que aguantar así hasta el final, de momento la cosa no iba más allá de molestia en los meñiques y talones, así que no creí que fuese un tema importante (¡¡¡y que equivocado estaba!!!).

Un par de Whassaps, pastilla de sal y medio litro de agua para pasar los bollicaos, era ya momento de empezar a pensar en la bajada. Recordando mis rodillas me pongo las cintas rotulianas, espero que al menos me den algo de seguridad, de momento ni rastro de molestias, pero cierto acojone ante lo que se venía encima. Nos ponemos en marcha, ya solo pienso que si hemos llegado hasta aquí, ¡¡esto hay que acabarlo!!


Después de quince minutos de piedra suelta y pendiente considerable mi pies empiezan a pasarme factura, el ardor empieza a ser ya muy molesto y los meñiques no toleran roce o apoyo alguno, empiezo a forzar la pisada con el talón y también se me resiente. ¡¡Joder!!, con lo bien que voy de piernas. 

Empiezo a mirar demasiado el GPS y empieza la desesperación viendo lo lentos que pasan los metros, ver caer un kilómetro lleva una eternidad y paso un auténtico suplicio hasta que llego al penúltimo avituallamiento. La euforia que me inundaba en el roque había pasado a la profunda desesperación en poco más de dos horas que fue lo que tardé en bajar los primeros 11Km, hay que medir cada paso, controlar cada apoyo para no ver las estrellas, ya hay poca superficie del pie que me aguante sin queja.

Llego un poco desmoralizado a la “Torreta Forestal del Time”, porque aunque es verdad que ya me he quitado mucha parte de bajada, los siguientes 6Km tienen 1000m de desnivel a salvar y apenas he encontrado tramos “cómodos” donde pueda despreocuparme algo de los pies.



Es aquí donde comprendo perfectamente el tema de los abandonos, esta bajada es muy exigente, y el puesto de socorro está con lista de espera. Por un momento me planteo que me miren los pies, pero viendo la gente que hay en cola, solo pienso en llegar para dejar de sufrir. 

Lo único positivo es que las piernas aguantan sin muchos problemas, solo la fatiga lógica en los cuádriceps a estas alturas de carrera, me agarro a esto como naufrago a un bote salvavidas para tirar adelante. Un par de bollicaos y otro bocadillo de jamón, pastillita de sal y agua a tutiplén para armarnos de valor y terminar este infernal tramo de bajada.

Durante toda la bajada voy encontrándome con grupos de corredores con los que comparto algunos metros, pero me desespero pronto por el dolor de pies y empiezo a apretar el ritmo, solo pienso en llegar al puerto y dejar de bajar, sorprendentemente, cuando voy más rápido, los pies empiezan a “tranquilizarse” y el dolor se estabiliza y aunque está siempre presente, se hace más soportable, a esas alturas las ampollas se adivinaban ya importantes. 

Dejamos los estrechos caminos y la piedra para empezar a coger pista e incluso tramos asfaltados, voy solo pensando en la llegada y no me doy ni cuenta que estoy bajando estos tramos bastante “alegre”, ni me acuerdo de las rodillas, estoy que no me lo creo.

Casi lloro cuando por fin veo la playa de Tazacorte, esa imagen que había visto en cantidad de fotografías (y es que la “foto” es realmente alucinante). Ahora solo faltaba ese tramo para terminar de creérnoslo.


Bajando esta parte empieza a oscurecer seriamente, intento aguantar sin el frontal, pero la cosa empieza a ponerse peligrosa, así que en cuanto veo un hueco, me paro y vuelvo a montar el temita de la iluminación, vamos con el piloto automático puesto, ya no sé lo que me duele y lo que no, solo sé que casi hemos llegado abajo y ya no quedará ¡¡casi nada!!

Resulta un poco desesperante llevar un rato viendo y escuchando la megafonía, la música y el tenderete de la meta-avituallamiento (aquí acababa la prueba de Maratón) que había montado en el puerto de Tazacorte, la de vueltas que dimos hasta ver por fin las primeras casas del pueblo. Me ha llevado 1h30’ este tramo, se me ha hecho eterno aunque la satisfacción de estar ahí abajo me da un subidón de los que te hacen pensar que puedes comerte el mundo, de momento empiezo con un par de bollicaos más y otro bocadillito de jamón para estos últimos 5Km que nos quedan, la moral por la nubes… ¡¡esto está ya finiquitado!!

punto de control      hora paso         clasif/p     tiempo carrera       clasif/g     distancia      media
Tazacorte               21:36:33          1362         15:34:17               1261        68               13:39

Apenas han pasado tres o cuatro minutos y ya voy tras la estela de una pareja de corredores a los que no quiero perder de vista, hay ya pocas referencias y no mola un pelo ir de noche sin nadie delante. Me armo de paciencia cuando veo el nuevo tramo que han metido en esta última parte para evitar subir por la carretera, de nuevo la arena volcánica, ¡¡¡aaarrrggg!!!, cuesta no desesperar cuando llevas tanto sufrido y te has hecho a la idea de que ya lo has pasado todo, así que intentamos no pensar y seguir el ritmo de los corredores que llevaba delante.

La última parte de la carrera es, literalmente, una putada, hay que salvar 400m de desnivel para afrontar la carretera de entrada a los Llanos de Ariadne, así que me encuentro con unas rampas empedradas con una pendiente más que considerable y como a estas alturas ando peor de paciencia que de piernas, me pongo a tirar como alma que lleva el diablo, subo con ritmo y me pongo a más de 150 ppm, pero como las piernas no se quejan voy tirando y pasando a bastantes corredores que me miran extrañados y es que parece que me han metido un petardo por el culo.

Se acaba la subida y empiezan las primeras casas, son 2Km de recta hasta entrar en el centro urbano. Saco la Go-Pro y me pongo a grabar estos últimos momentos, voy corriendo, si, corriendo a menos de 6:00 el km ¡¡NO DOY CREDITO!!, ni pies, ni rodillas, ni cuádriceps, ya no duele nada. Hay momentos en los que me falta el aire de la emoción, se me saltan las lágrimas.

Poco a poco voy encontrándome a gente animando, hay un carril bien delimitado en la carretera para los corredores, ya veo un arco de carrera a lo lejos, sigo corriendo como no lo había hecho en 16 horas... empiezo a oír la megafonía de meta.

Una, dos, tres curvas para ir entrando al centro urbano, los laterales de las calles  están llenos de gente animando, la emoción me altera la respiración y me falta el aire.

Última recta, las vallas estrechan la entrada para que el corredor se sienta “único”, los niños alargan el brazo buscando un “choca esos cinco” ¡¡qué bien montado está este final, coño!!.

Ya veo el arco de meta, hago un sprint que casi me cuesta una hernia y entro en meta saltando como si me hubiese poseído el mismísimo diablo. Ya está… ya se ha terminado… ¡¡lo he logrado!!... apenas puedo contener la emoción…


punto de control      hora paso                clasif/p     tiempo carrera         clasif/g     distancia       media
META                       22:30:54                   1325           16:28:38              1226          73                 13:29

Y después, llega el vacío, te cuelgan la medalla y empieza un periplo difícil de narrar, ya no hay razón para seguir corriendo pero hay que recoger la bolsa, intentar ducharse, coger un autobús de vuelta, uffff apenas tengo tiempo para pensármelo mucho, son las 22:30 y a las 00:00 tengo que coger mi transporte a los Cancajos que ni sé de donde sale y lo malo es que ahora sí que noto que me duele todo.

LA POST-CARRERA 

Quizás fue más dura que la propia carrera, recuerdo que me costó un mundo recoger mi bolsa y encontrar las duchas. El principal problema venía de los pies, recuerdo que cada paso era un auténtico sufrimiento, cuando llegué a la zona de las duchas y vi el percal, decidí que ya había pasado bastantes penurias. Aquello parecía un hospital de campaña, suelo encharcado, mierda por todas partes… había gente que incluso había dejado allí la ropa con la que había corrido. Así que salí de allí y tiré de toallitas húmedas para quitar “lo más gordo” y al menos ponerme el chándal y cambiar de calzado.



Los pies eran para verlos, parecía un “hobbit”. Nunca los había visto tan hinchados y enrojecidos. Busqué las ampollas, cada dedo meñique estaba completamente recubierto de una única masa blanquecina, poco se podía hacer, no tenía asistencia sanitaria a mano. Así que, como pude, me medio aseé y literalmente, me “arrastré” hasta la parada del bus. Una hora y media después, por fin llegaba al apartamento. 

La vuelta a Madrid fue pesada y aburrida, pero el simple hecho de pensar en lo que había conseguido aliviaba las esperas y la incomodidad de las salas de embarque de los dos aeropuertos por los que volví a pasar.

Pasan los días y el subidón sigue ahí, cada foto, cada video, cada crónico que leo me vuelve a transportar a esos momentos de esfuerzo y sacrificio, pero también de disfrute, de mucho disfrute.

Si alguien necesita respuesta a la famosa pregunta de, ¿por qué corres?, sencillamente le invito a que pruebe a correr algún día la Transvulcania. A mí, ningún deporte y/o prueba me ha hecho sentir tanto y tan intensamente, y lo mejor de todo es que… esto es solo el principio.

... y he aquí el momento "video"...